Sí, amigos, porque si creéis que la cerveza era mejor antiguamente, quizás deberíais pararos unos minutos y con una cerveza en mano leer este pequeño artículo.
Que caraduras, sinvergüenzas y estafadores los ha habido siempre no es algo novedoso.Desde la más remota antigüedad siempre han existido personas dispuestas a adulterar la cerveza con tal de sacar mayor rendimiento y beneficio económico.
Si entendemos que un alimento esta adulterado cuando de forma premeditada y con fines fraudulentos, se le ha añadido o quitado alguna sustancia con el objetivo de variar su composición, peso o volumen o bien para encubrir algún defecto generalmente con la finalidad de engañar al consumidor, ofreciéndole un producto manipulado, como si fuera un alimento correcto, persiguiéndose con esta la obtención de beneficios económicos.
Algunos ejemplos de adulteración se presentan cuando se le agrega cal al vino, cuando se sustituye la grasa de la leche por grasas vegetales o se adiciona agua y se añade una sustancia en exceso. A veces estos fraudes cometidos han tenido consecuencias graves para la salud del consumidor.
Afortunadamente en la actualidad, la cerveza no está entre los alimentos que sufren más adulteraciones, lista que encabezan el aceite de oliva, la leche o el café, pero si debemos estar pendientes de que ingredientes o aditivos tiene la cerveza que nos vamos a llevar a la boca.
Desde la más remota antigüedad se ha alterado o adulterado la calidad de los alimentos con fines lucrativos. Ya en el código de Hammurabi (considerado el primer código civil y penal de la Humanidad, datado hacia el año 1700 a.C. que consiste en una recopilación de 282 normas de conducta y castigos por su incumplimiento correspondientes a diversos ámbitos de la vida cotidiana que el dios Marduk otorgó a sus fieles con objeto de garantizar el bienestar de su pueblo) se hacía referencia a la cerveza, que era a la vez bebida y alimento. Una de sus leyes castigaba a la «tabernera» que rebajara la calidad de la cerveza y que esto se pudiese probar, con ser arrojada al agua (el ahogamiento era una de las tres ejecuciones previstas en el Código, junto a la hoguera y el empalamiento).
En el antiguo Egipto la cerveza era muy espesa, tanto que en muchas ocasiones no se bebía sino que se comía como una sopa o puré. Su proceso de elaboración era realizado bajo un estricto procedimiento, siendo así, que llegada la hora del envasado y comercio también requería el cumplimiento de ciertas normas, por ejemplo al finalizar el proceso de elaboración y una vez llenados los jarros y cántaros, estos se sellaban con arcilla cocida y se les realizaba una inscripción en la tapa del recipiente, que no era tocada hasta el momento de apertura, que certificaba la calidad y autenticidad de la cerveza.
Todas estas medidas se realizaban para evitar mezclas, degradaciones o adulteraciones, hasta tal punto que todo este proceso era estrictamente vigilado por el cervecero junto con los funcionarios de la provincia designados por la administración del faraón, siendo estos los encargados de hacer cumplimentar las normas de elaboración y envasado, ya que el incumplimiento de algunas de estas normas se castigaba con penas muy duras, como la muerte del culpable.
La acción de teñir o adulterar el color de las cervezas era considerada una actitud delictiva muy grave y además un insulto a los dioses y se castigaba con la muerte del delincuente, igualmente la acción de aguarla o rebajar su calidad era considerada otra actitud delictiva muy grave, pues se estaba engañando o estafando al faraón, para el que se recaudaban impuestos con estas cervezas, además como se utilizaba también como medio de pago, este delito también se castigaba con la muerte del delincuente. El castigo era torturarlo haciéndole tomar su producto en grandes cantidades y en forma obligada antes de darle muerte.
A lo largo del transcurrir de la historia, todas las civilizaciones han tenido que hacer frente a la adulteración de los alimentos y lo han hecho de diversas formas.
Por ejemplo en la Inglaterra de la Edad Media y otras partes de Europa, la cerveza se consumía en el ámbito doméstico, las mujeres eran las encargadas de elaborar la cerveza en casa, para consumo propio. Algunas de estas mujeres viudas o jóvenes que no podían ganarse la vida de otro modo, vendían sus excedentes fuera. Mucha de la simbología actual de las brujas (caldero, gatos negros, escobas y sombreros puntiagudos) vienen de esa época. Por ejemplo, se conoce el caso de la tabernera de Chester, en Inglaterra, quien tenía fama de ser una charlatana, y fue enjuiciada por engañar a los comensales al elaborar cerveza de mala calidad y pésimo sabor, castigo imperdonable para la época.
En Alemania la ley de pureza de la cerveza o Reinheitsgebot, decretada en 1516 por Guillermo IV de Baviera, establecía que la cerveza solamente se podía elaborar a partir de tres ingredientes (cebada malteada, agua y lúpulo) es considerada una de las primeras regulaciones legales de un alimento y una de sus finalidades (aunque no la principal) era evitar la adulteración de la cerveza.
Las primeras legislaciones contra los fraudes alimentarios solo tuvieron en cuenta aquellos que suponían un gran peligro para la población debido a su elevada toxicidad. Poco a poco las regulaciones se volvieron más específicas y debido a la formación del sistema de defensa social se vio la necesidad de la creación de medios jurídicos eficaces para su aplicación. No obstante, no fue hasta 1860 cuando se instauró la primera ley antifraude alimentario la cual tuvo lugar en Gran Bretaña. Esta ley conocida como Adulteration of Food and Drink recogía que era ilícita la venta de alimentos en cuya composición se hubiese empleado algún ingrediente o sustancia nocivos, realizada a sabiendas de su carácter perjudicial, y la venta de comestibles adulterados o no puros.
A finales del siglo XVIII el médico francés Gilbert comentaba que en la elaboración de algunas cervezas se añadían algunas hierbas aromáticas para sustituir al lúpulo (una planta que debía ser importada y encarecía el producto), denunciando la codicia y falta de escrúpulo de algunos comerciantes.
Lo más común era añadir azúcar blanca o morena, melaza, sacarina o glucosa a la cerveza lo cual daba lugar a cervezas alcohólicas, secas y ásperas ahorrando dinero al fabricante. En 1860 de un total de 21 fábricas de cerveza de Londres analizadas por el departamento de consumos de la ciudad, 20 contenían productos prohibidos. Algunos de estos productos que los defraudadores usaban para adulterar la cerveza eran: granos del paraíso, tabaco, cálamo aromático, opio, coca de levante, caramelo, extracto de regaliz, acido pícrico o la estricnina (sí amigos, esa sustancia venenosa que se extrae de la nuez vómica y que se utiliza entre otros usos habitualmente como pesticida para matar pequeños vertebrados, en particular pájaros y roedores).
En 1879 Balbino Cortés y Morales socio de la Sociedad Económica Matritense publica Las cervezas y sus adulteraciones nocivas para la salud donde habla de todas estas prácticas.
Hasta mediados del siglo XIX la adulteración de la cerveza se daba mucho más en otras partes de Europa, ya que en España era una bebida casi desconocida, aquí se adulteraban más otros alimentos como el vino.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX era un producto desconocido para la mayoría del pueblo, más propia de extranjeros y clases altas. Cuando la cerveza fue poco a poco popularizándose en nuestro país, debido a esta falta de conocimientos y controles sanitarios, hubo un buen numero de estafadores, personajes codiciosos y sin escrúpulos que hacían pasar por cerveza cualquier brebaje de ínfima calidad o adulteradas.
Algunos hacían creer que las cervezas o bebidas gaseosas que hacían pasar por cervezas, tenían propiedades medicinales o digestivas, promocionadas publicitariamente incluso para el consumo infantil, se publicaban escritos sobre sus virtudes y cualidades e incluso sobre la forma de elaborarla en casa de manera económica. Muchas de estas supuestas cervezas no eran más que bebidas gaseosas, variopintas y a menudo fermentadas denominadas cervezas por analogía y porque el nombre iba popularizándose sobre los consumidores.
En España no fue hasta 1908 cuando se instauró la primera ley antifraude alimentario siendo uno de los países que más tarde se sumaba a esta iniciativa por detrás de Alemania, Austria o Suiza.
Afortunadamente en la actualidad, todo esto está bastante regulado y va a ser muy difícil encontrarnos estricnina en nuestra birra, pero aun así no estaría de más echarle un vistazo de vez en cuando a los ingredientes de nuestra cerveza porque aunque no nos vayan a envenenar, sí que podemos encontrarnos con adjuntos, extractos, colorantes, estabilizadores de espuma y otras sustancias que van más allá de las maltas, lúpulos, agua y levaduras necesarias.
Es buena costumbre mirar los ingredientes que componen las cervezas que nos bebemos; una norma muy lógica es que cuanto más natural sea una cerveza y cuanto de mayor calidad sean sus ingredientes, mejor será la cerveza en sí. Cuanto más barata sea una cerveza, normalmente más baratos serán los ingredientes de la que están hechas, seguramente llevaran cereales adjuntos (cualquier fuente de azúcar fermentable, exceptuando la malta de cebada, usado en la elaboración de la cerveza, se usan, principalmente, por motivos económicos principalmente arroz o maíz pero también azúcares o melazas) pero también pueden llevar acido ascórbico o metalbisulfitos potásicos para evitar la oxidación de las cervezas, alginato de propilenglicol (E-405) como estabilizante de espuma, proteasas extraídas de aspergillus niger para dar claridad, sorbato de potasio como estabilizador que evita la posible refermentación de vinos y cervezas, colorantes caramelo ( para la estabilidad del color entre lotes E-105c), extractos isomerizados de lúpulo ( para estabilidad de amargor entre lotes ). Otra cosa es que por legislación no estén obligadas a declarar en el etiquetado, ya que si son coadyuvantes o ayudas tecnológicas al proceso, están exentas de declaración.
Es bueno leer la legislación al respecto, toda cerveza con más de 6 a 9 meses de fecha de consumo, tiene coadayudantes para su conservación ya que esta cambia con el tiempo. Esto aunque no sea estafa, ni se considere adulteración del mismo, sí que resta naturalidad al producto.
Así que el debate está abierto, como hemos visto fraudes los ha habido siempre y según parece los seguirá habiendo, también es cierto que para que una cerveza se pueda conservar y mantener en buen estado durante largos periodos de tiempo y en cualquier lugar del mundo se debe tratar. Tú decides si te merece la pena pagar menos por una cerveza con muchos aditivos e ingredientes de baja calidad o prefieres pagar un poco más por un producto más natural y sorprendente.
Salud y birras